Misión en un horizonte divino “Missio Dei” setenta años más tarde

In October 2021, SEDOS organized a virtual symposium on new trends in mission and missiology. [1] It was a great success and had about 250 people participating during all the sessions. Topics such as evangelization, the paths of the mission, different ways of practicing the mission and the actors in the mission were discussed. As a framework for the reflections, we started from the emphasis that Pope Francis places on the peripheries and his existential cries and concluded with a look at the integrity of creation, another topic that the Pope highlights in time and out of time. SEDOS has organized several notable symposiums on mission, particularly in 1981, [2] with an emphasis on dialogue and the local church as a subject of mission.

In this 2021 Symposium it was very interesting and pleasant to observe great unanimity on the part of everyone and all the presenters in affirming that the mission belongs to God, it comes from God, it is a movement of God that involves the whole world: “An important observation was that the ‘Mission begins in the mind of God’, as Sister. Rekha Chennattu RA explained so vividly from his Bible study. Therefore, the four foundations [Bible, experience, Holy Spirit, cry of the world] have to be understood as unity under the umbrella of the missio Dei, the mission of God.” [3] That is, practically no one spoke of a perspective centered on the church, such as that the church had an exclusivity to carry out the mission, had to bring the world to God or God to the world, had to renew itself for new members or similar expressions.

In my observation, this shift in emphasis on mission has only occurred in the last two decades, and certainly not in all sectors of the church. Understanding mission as something that comes to us from God is therefore something relatively new, at least in the discourse regarding theological understanding and a perspective of practice. We speak then of the “missio Dei”. This leads to two things: On the one hand, it is worth looking at the history of this concept which dates back to a meeting on mission just 70 years ago in Germany. On the other hand, as it is a relatively new understanding, there are still difficulties in arriving at a coherent renewed practice. These difficulties in correctly locating oneself within a missio Dei perspective can be noted in the verbs used to talk about it: practice, participate, advance, integrate into, carry forward.

Place yourself in the context – Mission in the 20th century
The great missionary conference of Edinburgh in 1910 had also considered the conversion of the entire world during the century to come. [4] John Mott, one of the great protagonists of this conference declared: “It is our hope that before we close our eyes at the time of death, all the peoples of the earth have had the opportunity to know and wait for the living Jesus Christ. .” [5] It was a conference of great optimism and not at all free of colonialist tones that nevertheless motivated great enthusiasm and effort for the mission worldwide. The Catholic Church was not formally involved in Edinburgh, but shared the same enthusiasm. Two world wars put this projection in check: “How could a mission be justified when Western Christianity had been so fundamentally discredited by colonialism, imperialism and particularly the First and Second World Wars? Had the signs of the times been misinterpreted? In 1910, many had been convinced that humanity would rush towards unification, oriented towards Western civilization. Obviously, this vision had been proven false. Therefore, missionary and theological reflection was now directed to topics of the interpretation of history, with a focus on the doctrine of last things, that is, eschatology,” summarizes Wrogemann. [6] From the Catholic side it came as a first reaction in 1919 with the encyclical Maximum illud, by Benedict XV, which abandoned the idea of ​​the mission as a national enterprise – there could no longer be French missionaries as opposed to German ones, etc. This particularly hurt France, since it had functioned as a protector of the global mission, for example also in China. Maximum illud declared to the missionaries that “their mission is an embassy of Jesus Christ and not a patriotic legation.” [7] From then on, the mission of the church must be oriented towards the Kingdom of God, which, however, was still closely related to the church. [8]

On the evangelical side [9] an International Mission Council (WCC, 1921) was established that was in charge of organizing world conferences to guide the missionary task: 1928 in Jerusalem (dedicated to the topic of secularization), 1938 in Tambaram (theme central: religions), 1947 in Whitby (on association and collaboration [“partnership”]), 1952 in Willingen (central concept: missio Dei) and in 1958 Achimota/Accra (theme of independence). At the 1961 New Delhi Conference, the WCC was integrated into the World Council of Churches and a different dynamic began.

With an eye on God

Inmediatamente después de la guerra se realizó una conferencia en Whitby, Canadá, en un marco bien reducido. Se trataba de dar un paso adelante después de la gran tragedia y se comprendió que una misión ya no podía pensarse desde un centro occidental hacia un mundo más allá.

Relativamente poco tiempo después, en 1952, ya se convocó la siguiente conferencia, a Alemania. Esta conferencia de Willingen, un pequeño municipio al norte del estado alemán de Hesse, se convertiría en una de las más fructíferas desde el punto de vista teológico en la historia de las conferencias misioneras mundiales. Participaron unos 180 delegados de todo el mundo. Tomaron cuenta del estado del mundo después de la Segunda Guerra Mundial en un contexto de incertidumbre sobre el futuro: En China, los comunistas habían tomado el poder en 1949 y habían expulsado a todos los misioneros occidentales (el choque de China). Constaba el conflicto entre la Unión Soviética y las potencias occidentales en la Guerra Fría y el conflicto armado en Corea a partir de 1950. La era colonial estaba llegando a su fin y los antiguos territorios coloniales comenzaron a independizarse: Indonesia en 1945, Filipinas en 1946, el subcontinente indio en 1947, Birmania en 1948. Los estados nacionales que se establecieron, se enfrentaron también a la tarea de tener que establecer una identidad nacional, por lo que se planteó la cuestión sobre bases ideológicas o históricas que se podía integrar. Las iglesias cristianas de estos países fueron vistas como aliadas de las antiguas potencias coloniales. Entonces los nuevos estados tuvieron que construir sus identidades en relación con la población del lugar y en una difícil relación con las iglesias del régimen anterior.

Eloy Bueno resume este evento en estos términos:

Bajo el tema Missionary Obligation of the Church (publicada su conclusión final como Missions under the Cross[10]) fue escenario del paso de una eclesiología misionera a una teología misionera, de una misión centrada en la Iglesia a una Iglesia centrada en la misión, en la Missio Dei: dada la incapacidad de la Iglesia para cumplir su misión había que refundar las misiones desde una raíz teológica más que eclesiológica (en línea con la teología de Barth […]). La Iglesia no es más que la sierva y el signo de la presencia de Dios. El lenguaje triunfalista es abandonado definitivamente [para] el proyecto misionero, pues se trata de una misión en solidaridad con el Cristo encarnado y crucificado. La Iglesia, ‘Pueblo de Dios en el mundo’, debe dar testimonio de ‘lo que Dios ha hecho, está haciendo y quiere hacer en Cristo’. Esta solidaridad está bajo el signo de la cruz, por lo que no puede ser conformismo sino discernimiento de los signos de los tiempos.[11]

Esta conferencia en Willingen logra entonces un cambio de perspectiva. Ya no se parte de la iglesia como centro de expansión, de atracción o como actor de un movimiento de conversión, sino que la misma iglesia se ubica e integra dentro de un movimiento más amplio y universal. J. Moltmann resume dos décadas más tarde: “Entender teológicamente la iglesia misionera en el horizonte mundial es entenderla en el horizonte de la missio Dei. El envío abarca a toda la Iglesia, no sólo a partes de ella, o incluso sólo a los miembros enviados por ella. […] La misión abarca todas las actividades que sirven para liberar al hombre de su esclavitud en presencia del Dios que viene, desde la necesidad económica hasta el abandono de Dios. […] Si la Iglesia entiende su misión en el marco de la misión del Hijo y del Espíritu Santo desde el Padre, entonces también se entiende a sí misma en el marco de la historia de Dios con el mundo y descubre su lugar y su función en esta historia.” La missio Dei es un movimiento que sale de Dios pero que va más allá de la Iglesia y alcanza su meta en la culminación de la creación en Dios. De ahí que la Iglesia entienda su misión mundial en la historia trinitaria de Dios con el mundo. No se trata de la expansión de la iglesia sino del Reino de Dios.[12]

Es interesante observar que la palabra “missio Dei” no consta en las actas y deliberaciones de Willingen, pero todo el discurso de la conferencia fue pronto resumido en este término propuesto e introducido por los misionólogos Karl Hartenstein y más adelante elaborado sobre todo por G. F. Vicedom.[13]

Wrogemann ve varios ejes de la comprensión de la misión de Dios por parte de Hartenstein y como ejes de Willingen: (1) Missio Dei es penitencia. Como Dios mismo lleva adelante la misión, porque en su propio ser es misionario y movimiento – las procesiones, como se llamaba –, la actividad eclesial tiene que dejar de lado aspectos de la misión que no tomen en cuenta este protagonismo divino. (2) Missio Dei es promesa en su orientación escatológica, más allá de la historia contingente. (3) La iglesia es activa de un modo secundario: integrada e asumida en una dinámica más universal su propia acción. (4) Con la missio Dei, definitivamente se acabó con una concepción geográfica de la misión. La misión no es una actividad “allá”, donde los otros, sino que se dirige a todos los aspectos de la vida y cultura de todos los pueblos.[14]

La recepción de la perspectiva missio Dei

Por más que esta perspectiva de una misión que parte de Dios y atañe toda la creación haya sido muy llamativa, su recepción y aceptación no fue unánime en círculos protestantes. A los 50 años de esta conferencia, Wilhelm Richebächer presentó la trayectoria bajo la disyuntiva: “Missio Dei, ¿fundamento o camino equivocado de la teología de la misión?”[15]

Me concentro más a la recepción católica. Una primera observación es que en un primer momento, Willingen fue totalmente ignorado: La revista de misionología de referencia – Zeitschrift für Missionswissenschaft und Religionswissenschaft[16] – no menciona Willingen por ninguna parte hasta finales de la década. Lo mismo la Neue Zeitschrift für Missionswissenschaft ni la Bibliografia missionaria, editada por la Propaganda Fide en Roma.[17] La revista Las misiones católicas, editada por los jesuitas, informa hacia finales de 1953[18] sobre esta conferencia y enfatiza el “llamado a la unidad”: Willingen habría llamado a la unidad interna en torno al Señor de la misión mundial, Jesucristo, por el mandato misionero, pero también de cara a las amenazas del comunismo. Se hace eco de la crítica al cristianismo occidental: “En esta visión aterradora, la gente se reunió ante el Señor de la Iglesia, se sumergió en la indispensabilidad de su Gran Comisión y se dio cuenta de que no había participación en Cristo sin participación en su misión mundial. Incluso se dijo: ‘La Iglesia es misión, y la misión es Iglesia’.”[19] Como el gran problema se ve la división interna de las iglesias protestantes sobre todo en África y la proyección de la misión protestante ahora al continente católico de América Latina,[20] después de la pérdida de China. El informe reclama que los protestantes deberían respetar la iglesia católica. Todo el informe no menciona la centralidad de una perspectiva teológica, o sea, de una misión de Dios.

Llama entonces poderosamente la atención que diez años más tarde, el Concilio Vaticano II adopte esta visión como su perspectiva central para la misión:

La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre … (AG 2).

Como es sabido, el decreto Ad gentes alcanzó su formulación final por un camino muy aventurado. Todavía en noviembre de 1964, el borrador fue remitido a la comisión para asegurar un fundamento teológico del documento y fueron teólogos de la talla de Joseph Ratzinger e Yves Congar quienes lo “salvaron”.[21] De ahí resultó una conexión más coherente con la iglesia, lo que a su vez lleva a comprender que “el texto central del Concilio sobre la naturaleza, la tarea y el modo de la misión, que arrastra todos los demás textos sobre la misión del Concilio, incluido el propio Decreto sobre la Misión, y contiene los puntos de partida de la misma, se encuentra en la Constitución sobre la Iglesia [LG], en los números 13-17.”[22] La parte teológica de AG sigue la perspectiva de la missio Dei, aunque no use el concepto.[23]

Después del Concilio, la consciencia sobre la naturaleza misionera de la iglesia se expandía, por un lado. Por otro lado, importantes documentos sobre la misión acentuaron otros aspectos, como la evangelización (Pablo VI, Evangelii nuntiandi 1975) o el Reino de Dios (Juan Pablo II, Redemptoris missio 1990). En los años 1990 el concepto de la missio Dei no juega un gran papel en la reflexión teológica y misionológica.

Perspectivas

Esto cambia con la entrada del nuevo siglo. Por un lado se dan conmemoraciones de la conferencia de Willingen, por ejemplo a los 50 años, en 2002 que ponen esta perspectiva de relieve.[24] Habrá que admitir que esta discusión tal vez haya sido más notable en el ámbito alemán, inclusive en Spiritus encontré solo pocas referencias a esta concepción.[25]

Por otro lado hay congregaciones y comunidades religiosas que adoptan esta visión. Una de ellas es mi congregación (Verbo Divino) que en el Capítulo General del año 2000 se plantea la misión de la siguiente manera: la comunidad practica un discernimiento de los espíritus comunitario (en la declaración del Capítulo #4-7: “discernimiento permanente”) y de esta forma puede enfocar la realidad del contexto (“Nuestro mundo contemporáneo”: #11-23), marcada por la globalización, la urbanización y las migraciones. Pertenecen a este contexto también la situación de la iglesia y la propia congregación. Es la parte de ver. La siguiente parte se refiere al juzgar y comienza con una expresión de fe: vemos la “misión de Dios, de la primera creación a la nueva creación” (#35-41) y que Dios lleva el mundo por buen camino con actores dentro y fuera de la iglesia; la referencia de la misión es el mundo entero. La iglesia es “llamada a participar en la misión del Dios trinitario” (#42-45), la SVD es llamada a participar en esta misión eclesial (#46-51). Específicamente con quienes (dentro y fuera de la iglesia) siguen el Espíritu Santo y se distinguen por su obediencia al Espíritu, se establece un diálogo (#52-71) en situaciones misioneras – el “diálogo profético” que se ha hecho el lema de la Congregación y que ha sido tratado ampliamente en la misionología.[26]

Paralelamente ha aumentado la reflexión teológica sobre la misión proveniente de Dios y más amplia que la iglesia. Contribuye enormemente el pontificado de Francisco quien desde Evangelii gaudium (2013) enfatiza una visión y práctica de la misión más allá de los parámetros tradicionales:

Si bien esta misión nos reclama una entrega generosa, sería un error entenderla como una heroica tarea personal, ya que la obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. […] En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras.[27]

Francis also does so by pushing the church towards other fields: the care of the common home (Laudato si’), a human system of society (Fratelli tutti), collaboration (with the synodal path, with the first steps in the Synod Amazonian: Dear Amazonia). Through such emphases, the church could emerge from its preoccupations with itself. It would no longer be about overcoming concerns about the lack (and for example in Germany, still an abundance) of priestly vocations, the restructuring of parishes, the lack of funds (this is not a real problem in Germany – yet) . Rather, it would be about seeing the community of missionary disciples put themselves at the service of a suffering humanity, as stated in the second chapter of Fratelli tutti (56-86). “I see the church as a field hospital after a battle. You don’t have to ask a seriously injured man about his cholesterol or diabetes. You have to heal his wounds. You have to start at the bottom,” Francisco explained. [28]

Of course, there is much left to do in this task. Entering into a dynamic of obedience and following the Spirit certainly frees you from worries and the weight of heavy tasks. It also depends on the community practice of discernment in the historical context. On the other hand, it is precisely this relief because everything ultimately depends on God, which allows a much greater and more committed freedom to follow God’s movement. The recognition that God is at the origin of our mission in the congregations, as manifested in the SEDOS symposium that I mentioned at the beginning, is a mainly good orientation. What is still needed is to spell it out and apply it in practices that are more in accordance with the Spirit.

In the 70 years of Willingen, the mission is presented in a great plurality of ways of putting it into practice, and in some sectors of the churches, the missio Dei as a dynamic of God himself in the entire world can guide missionary disciples to integrate into this movement, free in following, with an eye on a world in transformation and in committed service to those who have become neighbors.

(Gift from Orbis books to SEDOS Library)

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